17 Mar 2017 Sobre la problemática del Conejo en nuestros campos

JESÚS MARI RODRíGUEZ  (Alcalde de Ribaforada) Diario de Navarra – Leía recientemente una entrevista de Manu Leguineche a Miguel Delibes, publicada en El País, donde el periodista le preguntaba al escritor por la relación entre el cazador y el campesino en estos términos: “el cazador que invade sus tierras y que viene a solazarse y no a compartir sus problemas. Caza y se va”. Miguel Delibes, un apasionado de la caza y del mundo rural, respondía: “El conejo cuando abunda, hace mucho daño en el campo, y el jabalí, cuando le da por una querencia por las siembras, produce también grandes destrozos. Hoy por hoy, esto se va paliado por la actitud de los cazadores, que desde que forman un coto se comprometen a indemnizar a los damnificados por los perjuicios que les hayan causado los conejos o los jabalíes o cualquier otra especie. Pero esa tirantez campesino-cazador, subsiste, …”. La entrevista lógicamente no es actual, es del 10 de septiembre de 1978, la problemática, al menos en algunos municipios de la Ribera, sigue estando de plena actualidad.

Y es que la situación que los conejos están causando en algunos municipios de la Ribera, comienza a superar la problemática de una sobrepoblación en una especie cinegética concreta, o los daños en cultivos agrícolas, y está comenzando a convertirse en una problemática social que amenaza la convivencia ciudadana entre agricultores y cazadores. Un problema que genera un conflicto en el municipio, y en definitiva, un problema para la entidad local que es la encargada de gestionar esta conflictividad social, sin tener las herramientas necesarias a su disposición.

Llevamos años conviviendo con este escenario, principalmente en la margen derecha del río Ebro: una especie de conejo que debido a la gran cantidad de alimento y agua que existe de forma continuada en nuestros regadíos, se reproduce de forma masiva, y a lo largo de los años se inmuniza a las diferentes enfermedades que afectan a la especie. Una especie que se incrementa de forma exponencial, y parece incluso que mayor es este incremento conforme mayor es la presión que se ejerce sobre ella.

Una especie que provoca daños cuantiosos en los cultivos y en las infraestructuras agrícolas. Daños que para ser evitados requieren de medidas de protección, que aumentan los costes de producción, haciendo nuestra agricultura menos competitiva. O la contratación de unas pólizas de seguros que cada vez son menos resolutivas. Daños, que según nuestra legislación, son responsabilidad de los gestores del aprovechamiento cinegético, en su mayoría sociedades de cazadores locales.

Este cumulo de circunstancias provoca que los esfuerzos de las sociedades de cazadores en disminuir la población de conejos mediante la caza continuada no resulte todo lo efectivos que los agricultores quisieran para evitar los daños en los cultivos y los costes derivados de las medidas de prevención, lo que provoca el enfrentamiento entre ambos colectivos, que deriva en un conflicto social en nuestros municipios.

El control cinegético es una adecuada medida para el control de especies que pueden provocar daños en los cultivos, en unas dinámicas poblacionales adecuadas dentro de un ecosistema equilibrado, donde la falta de predadores es suplida por la caza. Sin embargo, en la Ribera estas medidas no están dando el resultado que cabría esperar en una situación de equilibrio poblacional.

La problemática del conejo no puede resolverse solamente mediante herramientas de gestión cinegética, que se están demostrando ineficaces a los largo de los años. Aunque aumentemos la colaboración y la coordinación del Departamento de Medio Ambiente y Desarrollo Rural y de los Ayuntamientos. Aunque seamos capaces de conseguir la colaboración y la implicación de las empresas de Infraestructuras como la AP68 o la CHE. Aunque agilicemos los trámites, facilitemos autorizaciones excepcionales e incluso cambiemos la Ley de Caza. Aunque subvencionemos desde las Administraciones medidas de protección. Aunque recurramos a la gestión directa de los cotos de caza por las entidades locales para aunar voluntades y esfuerzos entre cazadores y agricultores. Aunque pongamos en marcha todas estas medidas, positivas y necesarias, necesitamos reenfocar desde otro punto de vista el problema.

Este problema, con las dimensiones que ha tomado en algunos municipios, solo puede afrontarse mediante la valoración de si el conejo y otras especies cinegéticas (como jabalí en algunos sitios), están poblacionalmente descontroladas de forma que actúan más como una plaga que como un integrante más de un ecosistema equilibrado.

Es necesario por tanto reenfocar el problema desde esta perspectiva y analizar la complejidad de las causas para ajustar y tomar medidas necesarias para el control poblacional de estas especies. Si las cifras de daños que están produciendo, se deberían a especies no cinegéticas (insectos, hongos…) esta zona ya se habría declarado zona afectada por plaga. Por tanto, viendo que las soluciones hasta ahora planteadas no han surtido efecto, debería plantearse la posibilidad de que estas especies cinegéticas se estén comportando poblacionalmente como una plaga.

Es por tanto necesario, afrontar el problema desde esta dimensión con todos los actores implicados y bajo la dirección del Gobierno de Navarra, que ha de dar respuesta a un grave problema en un gran número de municipios de la Comunidad Foral.



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