15 Jun 2016 Sobre el cumplimiento de los programas electorales

TONI MAGDALENO ( Profesor de Derecho Constitucional y candidato por el PSN-PSOE al Senado) Diario de Navarra – El próximo 26 de junio se repetirán las elecciones generales. De nuevo, los ciudadanos tendremos la oportunidad de influir mediante nuestro voto en el devenir del país. El correcto funcionamiento del sistema democrático descansa, en gran medida, en la certeza en el cumplimiento de los programas electorales. En el caso del partido político de gobierno, se necesita que cumpla con la oferta electoral que le llevó a obtener la confianza de los ciudadanos. En el caso de los partidos de la oposición, se requiere que elaboren programas coherentes y alternativos que, en el caso de merecer la confianza de los ciudadanos, puedan materializarse en la acción de gobierno. El riesgo de no cumplir con los compromisos electorales es la pérdida de legitimidad del sistema y la desafección de la ciudadanía.

En la campaña electoral que llevó a Rajoy a la presidencia del Gobierno, éste sostuvo, entre otros compromisos, que no recortaría el gasto público en sanidad y educación, afirmó que bajaría los impuestos, negó taxativamente que abarataría el despido, etc. Como es sabido, incumplió su programa casi por completo, pues los recortes en sanidad y educación han sido notables, los impuestos han subido y la reforma laboral ha abaratado considerablemente el despido, ha devaluado los salarios y ha disminuido los derechos de los trabajadores. Lejos de enmendar su falta, en la presente campaña electoral Rajoy se ha comprometido de nuevo a bajar los impuestos en España y, además, a no realizar nuevos recortes. Sin embargo, al mismo tiempo, el Presidente del Gobierno ha remitido una carta a las instituciones comunitarias comprometiéndose a todo lo contrario para remediar su incumplimiento del déficit público.

En el caso de Podemos, más de lo mismo. Cada día cambian de programa e ideología. En escasos meses Pablo Iglesias ha sostenido que era comunista, bolivariano, ni de izquierda ni de derechas, socialdemócrata, y mañana, quién sabe. Se trata de una alianza de fuerzas muy heterogéneas (antisistema, nacionalistas, etc.) con programas muy distintos que plantean alternativas en muchas ocasiones contradictorias. Pero, sobre todo, lo que me parece más negativo para la calidad de nuestro sistema democrático es el hecho de que Podemos promete cosas que sabe que son imposibles. Su icono europeo, Tsipras, es un claro ejemplo. Después de prometer el cielo, la realidad es que los griegos pagan más deuda e impuestos y, además, han visto reducidas sus pensiones. El país está sumido en una profunda recesión y en continuas huelgas generales. La gran paradoja es que el incumplimiento de sus promesas puede llevar a determinados sectores de la población a afirmar de nuevo, ¡no nos representan! Por supuesto, pondrán la excusa de siempre, que los demás no les dejan.

Lo mejor para nuestro sistema democrático es que los partidos políticos no generen falsas expectativas, que realicen propuestas programáticas concretas y realizables y que, además, tengan la capacidad de acordar con otras formaciones, sobre todo en el contexto de un parlamento tan fraccionado. Personalmente pienso que los socialistas cumplimos con esas dos premisas. En otro momento impulsamos medidas realistas como la universalización de la sanidad o la ley de dependencia, y ahora, lo hacemos con otras propuestas concretas como, por ejemplo, reconocer las becas como un derecho o la creación de una tasa específica para blindar las pensiones. También tenemos capacidad de entendernos con aquellos que quieren entenderse. Lamentablemente Podemos no quiso nunca llegar a acuerdos, mostró su total intransigencia, no pensó en las personas, sino en nuevas elecciones. Que Mariano Rajoy y Pablo Iglesias votaran no a la investidura de Pedro Sánchez impidió que fueran aprobadas muchas medidas concretas destinadas a mejorar la vida de los ciudadanos, muchas de ellas pensadas para paliar la situación de emergencia social. Me refiero, por ejemplo, a que cotizaran a la seguridad social las personas que están cuidando a una persona dependiente o una medida tan importante para la conciliación familiar como la igualación del permiso de maternidad y paternidad.



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