
07 Feb 2018 OPINIÓN: «CIUDADANOS, MÁS PAPISTAS QUE EL PAPA»
J. JAVIER MONZÓN ROME. EX-PRESIDENTE DEL PSN-PSOE.- DIARIO DE NAVARRA. 7 FEBRERO 2018. –
Una vez más, el partido político Ciudadanos se manifiesta contrario al sistema de autogestión, no solo fiscal y financiera, que también, de las entidades forales españolas, como lo son la Comunidad Foral de Navarra y las Diputaciones Forales del País Vasco. En esta ocasión, no solo se mantiene dicha posición política, respetable ella como cualquier otra, sino que se avanza un paso más, ahora hacia una dirección uniformadora y, por qué no decirlo también, centralizadora o jacobina del modelo de estado, donde todos los entes administrativos, las Comunidades Autónomas y las Entidades Forales, sean «iguales» en sistemas de autogestión.
La primera pregunta que me formulo es el porqué de dicha propuesta. No creo que sea por el mero desconocimiento de nuestro sistema foral, menos aún porque dicho modelo no sea ni legal, ni constitucional, porque lo es, sino, según parece, porque la Comunidad Foral de Navarra y las Diputaciones Forales del País Vasco que son, según este partido político, regiones ricas, no son lo suficientemente solidarias con aquellas regiones españolas que tienen, según Ciudadanos, más dificultades.
Por cierto y como reflexión general, no solo las entidades forales, citadas anteriormente, tienen regímenes fiscales diferenciados por su autonomía en la gestión de los impuestos, que no quiere decir insolidarios, sino todo lo contrario, también existen en España entidades que, por su singularidad, gozan de especificidades, pongo por ejemplo los hechos insulares, particularmente Canarias.
También y por profundizar un poco más en la cuestión, las Entidades Locales, los Ayuntamientos españoles tienen autonomía fiscal a la hora de fijar sus tipos impositivos y la gestión y recaudación de los tributos locales y a nadie se le ha ocurrido calificar a los ayuntamientos de insolidarios, sean más o menos «ricos», ni tampoco «uniformarlos» y que todos apliquen la misma presión fiscal, en todos y cada uno de los impuestos locales.
Dicho lo anterior y una vez reflexionado sobre todo ello, pienso que los sistemas fiscales forales son los grandes desconocidos de España. Por lo tanto, considero imprescindible una labor pedagógica de exposición y explicación de sus perfiles y características, de sus compromisos y obligaciones, de sus deberes y derechos. También y cómo no, sobre cómo opera este sistema en tiempos de crisis y en periodos de bonanza económica, hecho este que sorprenderá a más de uno, por cuanto cuando hay viento a favor a todos nos va bien y cuando hay viento en contra hay mayores dificultades de financiación en los sistemas fiscales autónomos o forales que en aquellos otros sistemas donde están garantizadas las aportaciones del Estado hacia las Comunidades Autónomas, conocidas como del «régimen común».
Pero, dando por válida la necesidad de la acción pedagógica, añado a esta y como complemento, la realidad fiscal de la ciudadanía navarra, en este caso, comparándola con otras realidades fiscales del resto de la ciudadanía española. Quiero decir que en Navarra, en el año 2018, las ciudadanas y ciudadanos navarros vamos a pagar más, en términos fiscales, con los mismos ingresos y patrimonio, que el resto de españolas y españoles.
Es posible que en Navarra los servicios públicos sean de calidad y que, para que así sean, se destinen recursos económicos, pero también y a la vez, es muy probable que las aportaciones fiscales de la ciudadanía navarra, para financiar dichos servicios públicos, sean superiores, en términos comparativos, que las realizadas por otros ciudadanos y ciudadanas del resto de España. Algo así también ocurre con los servicios públicos municipales, donde las contribuciones, precios públicos o tasas con mayores tipos impositivos pueden financiar, dado el superior esfuerzo fiscal realizado, en mejor medida dichos servicios públicos.
Por lo tanto, no se trata de que todos y todas seamos iguales, cosa imposible, sino que todas y todos tengamos las mismas oportunidades, que tengamos la misma financiación de base, por el mero hecho de ser personas, para costear nuestra sanidad, nuestra educación, etc., pero eso no debe impedir que si yo quiero soportar una superior presión fiscal, pueda exigir y conseguir unos mejores servicios públicos.
Para terminar, no quiero pasar por alto y, por supuesto, sé de lo que hablo, que hay que comparar, a la hora de hablar de solidaridad interregional, los volúmenes de economía sumergida, por no llamarle de otra manera menos educada, existentes en unas regiones y otras y la lucha que dedican unas administraciones y otras a erradicarla, no vaya a ser que esa, en gran medida, aunque no exclusivamente, sea la digamos «piedra filosofal» de esta cuestión. Para exigir la «uniformidad», primero y a la vez hay que aplicar los mismos deberes, la misma exigencia contributiva, la misma intolerancia e inexistencia de fraude fiscal y de economía sumergida, para que todas y todos seamos iguales también en prestaciones, que no en derechos, ante los cuales siempre las personas deberemos ser iguales.