17 Oct 2017 IMÁGENES Y ‘AFTERWORKS’ DE UN DEBATE

JESÚS MARI FERNÁNDEZ (Diputado del PSN-PSOE) Diario de Navarra – La semana pasada asistí, con preocupación y un punto de emoción, a una de las sesiones más históricas y decisivas del Congreso de los Diputados en democracia, sobre la respuesta al intento secesionista de una parte de España. En ella hubo discursos importantes, pero también imágenes que a uno llaman la atención en el curso de las largas horas de debate.

No soy amigo de heráldicas y estandartes, pero ese día una imagen llamó mi atención, el gran tapiz que adorna la cabecera del hemiciclo con el escudo de España. Una imagen que muestra su composición plural desde el origen. Escudo de cuatro cuarteles: castillo, león rampante, cuatro barras y cadenas, que junto a la granada situada en su base (reinos de Castilla, León, Aragón y Cataluña, Navarra, y Granada) representan a la vez un origen diverso y una historia centenaria de convivencia y de progreso. A ambos lados, dos columnas sobre ondas de agua y las palabras “Plus Ultra”, apelando a una vocación ultramarina e internacionalista de España. Una identidad que no
busca suplantar a las anteriores, sino sumar y enlazar a las que la forman. ¡Qué paradoja para
lo que allí estábamos viviendo!

La segunda imagen que llamó mi atención fue el aplauso de los diputados y diputadas de Unidos Podemos al discurso del portavoz del PNV. Rara vez en la cámara se ve a un grupo aplaudir el discurso de otro. Llamativo fue su respaldo a un discurso nacionalista lleno de trampas, que apoya en la tribuna el derecho de autodeterminación de Cataluña mientras negocia en los despachos, aprovechando la debilidad del Gobierno, los beneficios que le otorga la misma Constitución. Esa aproximación de cierta izquierda al nacionalismo lo denuncia inmejorablemente bien el editorial de esta se mana de la revista satírica francesa Charlie Hebdo: “La independencia de Cataluña no tiene
por objeto liberar a esta región de una tiranía que ya no existe, ni permitir a la economía ser próspera, puesto que ya lo es, y mucho menos obtener el derecho a hablar una lengua autorizada
desde hace tiempo. La obsesión identitaria que se expande por Europa como la podredumbre de una fruta afecta a la extrema derecha pero también a la izquierda. El nacionalismo de derechas y el de izquierdas tienen un punto en común: el nacionalismo”.

La tercera imagen, llamativa, fue la del portavoz del grupo popular, Rafael Hernando, habitualmente
tan locuaz e histriónico en sus intervenciones, leyendo de comienzo a final un discurso medido y
prudente, obligado a no salirse de un guión que parecía costarle hacerlo suyo. Y es que el presidente del Gobierno había hecho poco antes una rectificación en toda regla de la posición hasta entonces del Partido Popular. Si hasta entonces el PP había negado abrir el diálogo sobre la reforma constitucional, y no hay más que releer el programa electoral del PP para las últimas elecciones, Mariano Rajoy en su intervención unos minutos antes, había ofrecido la reforma de la Constitución como cauce para retomar el diálogo y la convivencia. Una reforma de la Constitución: “en todas y cada una de sus determinaciones, incluidos los preceptos más esenciales”. Un cambio sustancial del PP que asumía así la posición defendida por el PSOE desde su Conferencia de Granada en 2013, proponiendo abordar la crisis territorial española en torno a: un diálogo sin exclusiones, defensa del marco constitucional, y reforma federal de la Constitución.

Y hay que felicitarse y elogiar al Partido Popular por este cambio de timón. Un partido cuyas políticas intransigentes han actuado a menudo como aliento del soberanismo. Recordemos si no resultados electorales pasados. En 1996, cuando Aznar sustituye a Felipe González, el partido ERC había logrado 1 escaño en el Congreso. Tras las dos gobiernos de Aznar, ERC alcanzó 8 escaños en las elecciones de 2004, al tiempo que el PNV lograba aprobar en diciembre de ese mismo año el plan Ibarretxe. Tras los dos gobiernos de Rodríguez Zapatero, ERC vuelve a descender su representación hasta 3 escaños en 2011 y el PNV entierra su plan soberanista. Pues bien, tras las dos últimas legislaturas del Partido Popular ERC vuelve a ascender a 9 escaños en 2016. Queda
claro qué políticas retroalimentan al independentismo desde la derecha.

Por eso resulta tan desacertado el ‘afterworks’ que pudimos leer tras el debate en la red social de uno de los diputados de UPN, llamando a eliminar la disposición transitoria 4ª en la reforma constitucional. Mal empezamos echando arena en la rueda del diálogo constitucional. Se ve que algunos no han entendido nada. Ni han hecho autocrítica de por qué precisamente ahora tenemos en Navarra un gobierno de nacionalismos vascos y de izquierdas, como decía el editorial de Charlie Hebdo. Claro que resulta difícil esperar otra cosa de un partido que nació para situarse al margen
del pacto constitucional del 78 entre los grandes partidos de ámbito nacional y nacionalistas. Un pacto que toca renovar 40 años después.